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El periodista Héctor Valdés enfrenta una pena de prisión de 6 a 17 años

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Carlos Barrachina Lisón
4 de diciembre del 2020

El pasado 27 de noviembre el fiscal general de Justicia de la Ciudad de México resolvió que, de acuerdo con la carpeta de investigación CI-FDS/FD5-6/UI-FDS-5-02/01115/09-2019, el periodista radicado en Tulum, pero desplazado por amenazas de muerte a la ciudad de México por el mecanismo de protección de periodistas; era probable responsable por un delito de violación que implica la introducción de cualquier instrumento o parte del cuerpo humano distinto al pene. Por esa razón ordenó la búsqueda, localización y captura del imputado Héctor Valdés, poniéndolo a la disposición del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente de la Ciudad de México. Suscrito el acuerdo por el juez de control Agustín Moreno Gaspar, se libró la orden de aprehensión y el día 30 de noviembre éste ingresó al centro penitenciario.

El asunto agarró por sorpresa a los que tenían alguna noción del proceso, porque las diferentes encargadas del ministerio público, que han llevado el caso desde que Thalia Pompa Mendoza lo impulsó, habían ido viendo como las contradicciones y faltas de pruebas de la acusadora se iban cayendo, y el caso no tenía lógica, ni sustento. Ello ha hecho sospechar que detrás del acoso y de la detención de Héctor Valdés se encuentran los mismos intereses políticos que le llevaron a tener que salir corriendo del Estado de Quintana Roo, apoyados en este caso por activistas desacreditadas como Fabiola Cortés, que tuvo la oportunidad de llamar a Héctor Valdés, el mismo día que finalmente recibió la primera notificación de que estaba siendo acusado por Pompa Mendoza.

Vamos por partes, explicando los diferentes puntos de vista de este tema tan espinoso.

Thalia Pompa Mendoza, una joven de 29 años, que se ha dedicado desde muy joven a ganarse la vida de mil formas, se desplazó a la Ciudad de México a principios del mes de junio del 2019, para tramitar el cobro del seguro de vida de su madre fallecida. Según sus declaraciones, al no conocer a nadie en la CDMX, en primer lugar cayó en la cuenta, que su amigo Guillermo Román Millán (William), un británico al que había conocido en Tulum, se encontraba en la ciudad. Le pidió hospedaje, porque viajaba con su hijo de cuatro años de edad, y éste aceptó. En las declaraciones de Thalia, señala que William tuvo que viajar a Chiapas, tres semanas antes del 10 de septiembre, que es la supuesta fecha de la violación; y cómo conocía a Héctor, por tomar café con él en Tulum, hablar de política y “salvar al mundo” desde la perspectiva revolucionaria de ambos; pues se atrevió a pedirle posada. William, por su parte, en su declaración de 25 de septiembre del 2019, le afirma a la Unidad de Investigación de la Fiscalía Central de Investigación de Delitos Sexuales, que la verdadera razón de que Thalia se fuera a vivir con Héctor es la siguiente: “como no había encontrado escuela cerca del domicilio donde estábamos para su hijo, es que se fue con Héctor, en donde encontró cerca una escuela”.

Según las diferentes declaraciones de Pompa Mendoza, la vida con Héctor fue poco más que un infierno. En las tres semanas, que según ella convivieron, él se le acercó en numerosas ocasiones, con intenciones sexuales, sin mostrar ella ningún interés por su parte, hasta que finalmente el 10 de septiembre Héctor la acorraló y la violentó metiendo sus dedos tanto en el ano como en la vagina (así dice el expediente -o la carpeta de investigación como acertadamente Fabiola Cortés me señala que debo señalar-). En sus palabras, ante el hecho traumático, salió llorando del departamento, después de levantar la voz de forma ostensible, y buscó la protección de una señora de nombre Yesenia que encontró en el parque, y de la que únicamente recuerda el nombre, y posteriormente nunca se presentó como testigo. Esa noche y la siguiente regresó a dormir en casa de Héctor (aunque se encerró en la habitación).

Al día siguiente se presentó en la Fiscalía Central de Investigación de Delitos Sexuales e inició su denuncia. A las 11.45 se abría la carpeta de investigación, a las 16.40 ya tenía a la licenciada Adriana Meneses como asesora jurídica, enviada por la Dirección General de Víctimas y presentaba su declaración detallada. Entre las 18.00 y las 18.40, le hicieron un análisis médico, que afortunadamente para ella salió muy bien, y a las 19.00 ya le tenían programado en peritaje psicológico. Sin embargo, se disculpó por tener que ir a buscar a su hijo y quedaron de realizarlo al día siguiente.

Ese mismo día 11 de septiembre, se elaboró un apercibimiento en calidad de imputado que debía ser entregado al periodista Héctor Valdés, pero Thalia se “equivocó” de dirección, y no fue hasta el 24 de septiembre que pudieron señalarle a Héctor que se debía de “abstener de realizar conductas intimidantes o de molestia a la denunciante”.

El 12 de septiembre entre las 14.00 horas y las 15.48, la perito Estrella Rosario Ramos le hizo su perfil psicológico. Son muchas cosas las que se comentaron y reflejaron en el informe, pero no es el caso publicar todo. Si creo sin embargo relevante, copiar los siguientes párrafos: “La denunciante T.P.M, se observa como una persona que se relaciona de manera superficial, quien carece de formas o medios asertivos de expresar sus sentimientos y emociones, llegando a realizar actividades que no son deseadas por ella ya que no responde asertivamente a su contexto, Incluso situándose en contextos de riesgo, pero al carecer de juicio crítico, no alcanza a ponderar los riesgos a los que se expone. Se deja llevar de acuerdo a sus necesidades y deseos, por lo que se torna impulsiva, inmadura, con necesidad de reconocimiento y protección, por lo que establece relaciones rápidamente y de forma superficial, esto con la finalidad de desarrollar sentido de pertenencia. Utiliza la fantasía como mecanismo de defensa para enfrentarse a su realidad, se descontrola ante situaciones de estrés y disfuncionalidad, de su entorno actual en el que se encuentra inmersa, mismos que no le ha permitido tener el nivel de comprensión y juicio crítico que son necesarios para ponderar las situaciones dentro de un contexto de realidad, como para poder ser más asertiva el escoger sus afectos y amistades. Refleja poca tolerancia a la frustración, a enojarse con facilidad o a rebelarse a las figuras de autoridad, pero solo ocasionalmente cuando siente que el trato que recibe no es justo o ve amenazada su integridad física o emocional trata de evitar los conflictos, tiende a ser muy confiada, rasgos de personalidad, que la hacen tomar decisiones de manera impulsiva, debido a que actúa en relación a lo que siente, sin llegar a medir la consecuencia de sus actos o los riesgos que puede llegar a tener con esa actitud” (sic).

A pesar de la petición de la Coordinación de la policía de investigación, volvió a señalar que no recordaba la dirección en donde vivió con Héctor, y afirmó que estaba viviendo en Tláhuac, lo que a todas luces era falso, porque siguió en el departamento de su “agresor”. Abandonó las instalaciones de la fiscalía para ir a buscar su hijo y desapareció. Esos días la policía de investigación la trató de localizarla para hacer un recorrido y poder entregar el oficio, pero no tuvieron suerte; e incluso, como señalan en la misma carpeta, le llamaron a su número telefónico y tras una respuesta positiva, en la que se comprometió a regresar, no volvió a responder al teléfono.

No fue hasta el 23 de septiembre, en el que la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México solicitó que se entregarán las medidas precautorias al periodista quintanarroense, señalando ya la dirección correcta, que finalmente la fiscalía tuvo la oportunidad de entregar al día siguiente el apercibimiento en calidad de imputado. Casualmente ese mismo día Fabiola Cortés llamó a su “amigo” Héctor Valdés, y luego publicó el primer artículo sobre la supuesta violación. Un día después la Fiscalía Central de Investigación de Delitos Sexuales acompañó a la agraviada a buscar sus pertenencias personales.

La versión de Héctor Valdés en mucho más concreta. Thalia, le buscó desde le día 1 de junio y tuvo desde esa fecha llave para entrar y salir de su casa, en donde entraba y salía según su conveniencia. En su opinión, el llevar a la escuela al niño le animó a extender la estancia de la muchacha; y fue cuando empezó a ver que había situaciones que no funcionaban bien (relacionadas con el consumo de alcohol). En cuanto le solicitó a Thalia que abandonara el apartamento. La reacción de ésta fue amenazarle de demandarle de violación y de organizar un gran escándalo.

Esta historia la contaré con detalle en otra columna. Sí quiero señalarles en estas líneas que coincidentemente con la negativa de Thalia de entregar la dirección de Héctor, ella siguió viviendo en su departamento, e incluso se molestó, porque una pareja de amigos de Héctor, que han declarado en el proceso; Georgina Bragado y Juan Matías Velázquez, estuvieron viviendo en el departamento desde el 14 al 25 de septiembre del 2019. Otros testigos que han defendido al periodista son los encargados del edificio Raúl Santoyo Ramírez y su esposa Ildefonsa Valdez Miranda, que se dedican de los cuidados del predio, y que no sólo escucharon ruidos, ni gritos, sino que han afirmado que la relación entre Héctor y Thalia era muy correcta.

Este tipo de situaciones son terriblemente tristes. Una cosa es la denuncia justificada frente a violaciones o maltratos de mujeres o de hombres; y otra muy diferente es utilizar con intereses personales este tipo de políticas necesarias para la convivencia saludable de todos y todas. Cuando está en juego no sólo la honorabilidad, sino la libertad física o la vida de una persona, sobre el que además existen pruebas de persecución política; no existen medias tintas. Se ha de desenmascarar a los corruptos, a los convenencieros y los que tienen intereses económicos y viven de los convenios oscuros, y de hacer el trabajo sucio, muy sucio de los políticos. Y ello lo debemos hacer sin contemplaciones y sin piedad.

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