Quintana Roo

Tulum, el paraíso en caos

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En los últimos 28 años en Quintana Roo se han creado cuatro municipios, tres de ellos en los 13 años más recientes.

El objetivo de la creación de nuevos municipios es que las comunidades con capacidad para generar y administrar su propia riqueza y desarrollo tengan justamente la potestad para ello

y de alguna manera se ha logrado con el municipio de Solidaridad, que rivaliza con cancún en importancia económica y política.

También se cumple en Bacalar, que se ha convertido en el motor del desarrollo turístico del sur del estado y se observa con creces en Puerto Morelos… al menos hasta ahora.

Por supuesto que cada uno tiene sus propios retos que atender, especialmente Solidaridad en materia de seguridad, pero en general con ellos se está cumpliendo la premisa que justificó su creación como municipios, que es la de atender de manera directa sus problemas, sin estar a expensas de las “metrópolis” a las que pertenecían y para las que no eran prioridad.

Sin embargo, Tulum, el cuarto de estos municipios creado hace 13 años, ha tenido una vida convulsa, como no la ha vivido ningunas de las otras demarcaciones municipales creadas en años recientes, con  todo y que cada una ha tenido dramas que contar.

Incluso, su enorme riqueza ha sido de las peor administradas y se refleja en serios rezagos de infraestructura que no debieron crecer.

A nivel nacional es el tercer municipio con mayor presupuesto per cápita, sólo por detrás de San Pedro Garza, en Nuevo León y Puerto Morelos.

A pesar de esa riqueza, sus autoridades perdieron desde el principio el control o se dedicaron a hacer negocios particulares en lugar de atender las necesidades de la comunidad.

En poco tiempo ha pasado de ser una promesa turística a sumirse en el desorden y la anarquía por la voracidad de empresarios, autoridades, organizaciones sindicales, grupos del crimen organizado y hasta por la pandemia.

Es una comunidad insegura, como se ratificó con la balacera del pasado miércoles 20 de octubre en la que murieron dos turistas.

Hay hacinamiento, carencia de infraestructura básica hasta en la pomposamente llamada zona hotelera y desdén de las autoridades municipales que lo único que hacen cada trienio es destruir y volver a construir la avenida central.

Lo del día 20 de octubre no es nuevo. En lo que va del año han ocurrido por lo menos una veintena de casos similares, pero a lo mejor es la gota que derramó el vaso.

El paraíso está en caos. Ojalá que en adelante todos los involucrados, absolutamente todos, hagan la tarea que les corresponde para rescatar a tulum y evitar que termine siendo un engendro.

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