Progreso, Yucatán – Lo que debía ser una jornada festiva en honor a San Telmo se convirtió en una escena de tensión y violencia, luego de que una pareja de extranjeros protagonizara un altercado con vecinos del puerto. Los hechos ocurrieron en una zona pública cercana a la playa, donde yucatecos habían estacionado sus vehículos para asistir a las celebraciones tradicionales.
Según testigos, los foráneos reaccionaron con furia, reclamando que los vehículos “invadían su terreno”, a pesar de que estos no se encontraban dentro de ninguna propiedad privada. Los agresores habrían gritado, golpeado automóviles e incluso soltado a sus perros contra las personas presentes.
“Llegaron buscando paz, y ahora son ellos quienes vienen a romperla”, comentó un vecino indignado por el incidente, que refleja una creciente molestia en sectores de la población ante actitudes que consideran prepotentes por parte de algunos residentes extranjeros.
Este no es un caso aislado. Habitantes de diversas zonas costeras han denunciado en repetidas ocasiones conductas similares por parte de forasteros que, aseguran, han olvidado que Yucatán no es una tierra sin dueño, sino una comunidad orgullosa de sus tradiciones, su cultura y su gente.
La discusión va más allá de nacionalidades. Se trata de respeto mutuo. Yucatán ha sido tierra de brazos abiertos, pero también de dignidad firme.
La voz de la comunidad comienza a alzarse con fuerza bajo consignas como: #YucatánEsDeSuGente, #NoSomosColonia y #ForasterosSíAbusivos, en una clara señal de que la paciencia tiene límites.
Yucatán no se vende. No se calla. Y no se deja.