Alejandro López y Jerónimo Avilés, especialistas en temas ambientales, coincidieron en que, con la reforma a la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, se espera mayor protección para las cuevas submarinas, para incluir ese término como parte de la definición de los ecosistemas costeros.
La Cámara de Diputados aprobó hace unos días la reforma al artículo 3º fracción XIII-bis de la mencionada ley, al señalar que las cuevas submarinas son de los hábitats marinos más frágiles, ya que los organismos que viven en ellas forman comunidades estables, sensibles a pequeños cambios.
Los especialistas añadieron que esos ambientes necesitan toda la atención y protección porque de ellas se obtiene evidencia de los primeros habitantes del continente, de especies extintas y que desconocían que existían.
Según indicaron, siempre se han tenido leyes para proteger el patrimonio natural, pero persiste el saqueo, destrucción o mal uso de esos ecosistemas por un vacío legal y no haber una definición concreta de esos espacios, pero ahora, con un marco legal, esperan que haya consecuencias contra el que infrinja la ley, que las autoridades hagan de su parte.
“Había una ley ambiental que protegía lo que está en el espejo de agua para afuera, pero no la entrada toda la cueva”, indicó Jerónimo Avilés al señalar que los cenotes entran en esta protección.
También indicaron que con esto se busca el cuidado adecuado de los recursos y el aprovechamiento sostenible de esas formaciones, evitando prácticas como el relleno o explotación inapropiada.
Además, la modificación refiere que el Estado debe proteger y preservar los ecosistemas en un rango de hasta 100 kilómetros tierra adentro y con profundidades de hasta 200 metros.
Ambos recalcaron que en los últimos años se tiene un crecimiento desproporcionado con afectaciones a los sistemas acuáticos, incluso no dudaron en señalar que estamos sentados en una bomba de tiempo, pues el agua que contaminamos con nuestros desechos biológicos van a parar a la misma fuente de la cual es extraída para el posterior consumo.
También señalaron que hoy en día se puede decir que no hay una sola playa que no presente algún índice de contaminación; incluso, indicaron que se puede notar el efecto en los arrecifes coralinos, que están conectados de alguna manera con los ríos subterráneos, que transportan contaminantes humanos.