Eficientar el uso del agua en el campo es el mayor desafío y la mayor oportunidad, dice Humberto Armenta, experto y presidente de RECSA.
México tiene un alto nivel de estrés hídrico. En este rubro, es el número 2 de América latina y el 24 del mundo, de acuerdo a un informe hecho por el World Resources Institute (WRI). En esta lista, donde el mayor nivel de estrés corresponde a países de África y Medio Oriente, sólo hay dos países de América Latina en el top 25. Chile tiene una situación más complicada que México.
Un alto estrés hídrico implica que se usa una cantidad de agua que no repone a plenitud con el ciclo natural. En México, hay cinco regiones que están utilizando un volumen de agua que excede lo que el ciclo produce. En estas zonas, están las mayores ciudades y las mayores superficies productoras de alimentos. Estas cinco regiones son Noroeste (Sonora-Sinaloa), Río Bravo (Monterrey), Lerma-Santiago-Pacífico (Jalisco), la del Valle de México y la Región del Balsas (centro del país y Ciudad de México).
Estamos en una crisis del agua que se podría agravar, dice el informe del WRI. “En México, una de las grandes oportunidades es invertir para hacer más eficiente el uso del agua en el campo, ahí ocurren aproximadamente dos terceras partes del consumo total del país”, asegura Humberto Armenta González, ingeniero experto en temas hidráulicos y presidente de la constructora RECSA.
Una ventaja de invertir en las eficiencias en el campo es que la inversión rinde mucho más, explica Armenta: “El mismo monto de inversión permitiría recuperar seis veces más agua en el campo que en las ciudades. También hay que invertir en eficiencias urbanas, porque ahí vive la mayoría de la población, pero si no resuelves lo que ocurre en las cuencas, los esfuerzos tendrán un impacto limitado”.
Otra razón para invertir en el campo, según Armenta González, es que contribuirá a resolver temas sociales, donde la población con menores recursos es también la más vulnerable a fenómenos como inundaciones y sequías. “Ser más eficientes, además, puede ayudar a mejorar algunas variables macroeconómicas, por ejemplo la balanza agropecuaria”.
El punto de vista de Humberto Armenta coincide con las recomendaciones del WRI, que propone trabajar en tres vectores para resolver o mitigar las crisis: incrementar la eficiencia de la agricultura; invertir en tratamiento de aguas y atención medioambiental y, tercero, tratar, reusar y reciclar.
“En México, es prioritario restaurar el equilibrio hídrico de cada región, asegura Armenta. “Hacer que su consumo corresponda a lo que el ciclo anual del agua le permite…en vez de buscar ese equilibrio, nos hemos metido en una dinámica donde tratamos de llevar el agua desde otras regiones, a través de inversiones muy cuantiosas, que no siempre son las más eficientes”.
La rehabilitación y mantenimiento del sistema de ductos y la nivelación de los terrenos son ejemplos de trabajos que se podrían hacer para mejorar la eficiencia en el uso del agua, según el presidente de RECSA. No todas las soluciones dependen de la ingeniería y los presupuestos, dice el especialista: “Es necesaria la puesta al día del marco legal. Esto es algo en lo que trabaja la Conagua. Está en marcha un proceso de consultas y de construcción de consensos para lograr una nueva legislación. El objetivo es no hacerle parches a la gestión hídrica, quizá se requieran reformas constitucionales”.
La ley ideal tiene que lograr que coexistan los distintos usos para el agua. El doméstico urbano; el agrícola; el industrial y el no consuntivo (para generar energía). “La solución no es tan simple, por eso la Conagua está yendo a la raíz. Armonizar implica organizar a todos los actores, incluyendo a entidades federativas que comparten cuencas”.
Los retos son enormes, pero lo más importante es poner más atención al uso del agua, dice el experto. “La infraestructura hidráulica no figura como prioridad en los tomadores de decisiones públicas… No figura, sino hasta cuando se vuelve crisis, por una inundación o una sequía… en esos momentos, cuando hay una crisis, se habla de cambiar reglamentos, de hacer obras, de concientizar a la población. Luego pasa la crisis y volvemos a la normalidad.