La corrupcion en la Secretaría de Seguridad Pública de Cancún ha quedado al desnudo con el regreso de Juan Manuel Robledo Vázquez, alias “Géminis”, y Cirilo Sánchez, dos mandos policiales que, lejos de ser castigados por sus escandalosos actos, han sido protegidos y reinstalados como si nada hubiera pasado.
Géminis no solo destrozó propiedad municipal en un aparatoso accidente a las afueras de un bar en la avenida Bonampak, sino que también protagonizó una violenta riña dentro del establecimiento, hechos que quedaron grabados en video para la posteridad. A pesar del teatro armado por la alcaldesa Ana Patricia Peralta, quien “anunció” la suspensión del subdirector, las fuentes internas confirman que todo fue una farsa. Géminis nunca dejó de operar en la Secretaría; seguía dando órdenes a través de la radio como si nada, mientras el municipio fingía disciplina.
Y como si fuera poco, Cirilo Sánchez, otro personaje envuelto en investigaciones turbias, ya regresó a sus funciones sin explicación alguna. Su supuesto castigo fue apenas un “aviso de no te presentes”, que no duró más que unas semanas.
Este escándalo evidencia que la Secretaría de Seguridad Pública, bajo la batuta del secretario Carlos Ernesto Damiano, no es más que un nido de corrupción y compadrazgo. Damiano, un títere del gobierno municipal, parece más ocupado en encubrir a sus amigos que en garantizar la seguridad de los ciudadanos.
La alcaldesa, lejos de defender los intereses del pueblo, se convierte en cómplice al proteger a personajes como Géminis, quienes deberían estar fuera de la corporación, enfrentando investigaciones reales. En cambio, les da un pase libre para seguir con sus fechorías mientras Cancún enfrenta una crisis de seguridad sin precedentes.
¿Hasta cuándo la ciudadanía permitirá que este circo de impunidad continúe? Cancún no merece una policía que actúe como si fuera un club privado de favores y encubrimientos. La confianza está rota, y el mensaje es claro: en esta ciudad, la justicia es solo un espectáculo de humo y espejos.