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Pedro Sánchez reforzará en EE UU su perfil internacional en la semana de la disolución de las Cortes

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El presidente logra hablar en la primera jornada de la asamblea de la ONU, algo inusual, y se reunirá con el iraní Rohani mientras en España se convocan las elecciones
Pedro Sánchez, el presidente más viajero que ha tenido España en los útimos años, vivirá la próxima semana una paradoja importante. Mientras en su país se constará su fracaso en el intento de formar Gobierno con la disolución de las Cortes el lunes 23 y la convocatoria de elecciones para el 10 de noviembre, Sánchez estará en Nueva York profundizando su perfil internacional, tal vez el que más satisfacciones le ha dado en los últimos meses. El presidente en funciones estará casi toda la semana en Nueva York, en distintos encuentros alrededor de la asamblea anual de la ONU, mientras en España crecerá la polémica y el malestar social por la convocatoria de elecciones.
Los estrategas de campaña de Sánchez valoran especialmente su imagen internacional porque creen que eso también tiene importancia para los electores en España en un momento de incertidumbre, ya que quieren reforzar la imagen del presidente como el único que realmente está en condiciones de gobernar el país y ofrecer estabilidad. El PSOE está buscando ahora votos en el centro y entre los ciudadanos que recelan del bloqueo político.

La primera semana de lo que será una larga precampaña Sánchez la pasará pues en un escenario completamente diferente al que ha dominado la tensión de la investidura fallida de las últimas semanas y con una agenda política que no tiene nada que ver con la política nacional, centrada en el cambio climático -el lunes 23 participará en la cumbre de la ONU sobre este asunto- y en la agenda internacional con reuniones bilaterales importantes como la que mantendrá con el iraní Hasan Rohani, en plena crisis de este país clave con EE UU, que ha llegado a amenazar con no dejarle acudir siquiera a la Asamblea General en Nueva York.

El equipo internacional del presidente, dirigido por José Manuel Albares, le ha preparado una agenda intensa de cuatro días en los que no se notará, al menos por el nivel de actividad, que es un gobernante en funciones desde abril -y presumiblemente lo seguirá siendo hasta enero o febrero del año que viene-.

El equipo del presidente ha logrado adelantar la intervención en la Asamblea General, que estaba prevista para el jueves 26 por turno, al martes 24, el día de apertura de la cumbre, normalmente reservado a los jefes de Estado. Sánchez hablará por la tarde, después de Japón e Italia y antes del Reino Unido. El año pasado sí se quedó para el último día a una hora muy tardía, pero según La Moncloa en este año Sánchez ha trabajado mucho su perfil internacional, ha acudido a todas las cumbres y ha tratado de participar en todos los debates relevantes, sobre todo desde su posición de defensa del multilateralismo, y eso le permite buscar un papel más destacado. Sánchez ya logró en agosto que le invitaran de forma excepcional a la reunión del G-7 -un grupo al que no pertenece España- en Biarritz.

Fuentes del Gobierno destacan que el hecho de estar en funciones podría perjudicar el peso de España si Sánchez no hubiera buscado ese perfil, pero el presidente ha trabajado la escena internacional mucho más que los anteriores, en especial Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero. De hecho Rajoy en 2017, a dos semanas de la consulta independentista en Cataluña, ni siquiera acudió a la Asamblea General y envió al ministro Alfonso Dastis, algo poco usual entre los grandes líderes europeos, que siempre suelen ir a esta reunión anual en la que están casi todos los dirigentes importantes del planeta. Otros años Rajoy envió en su lugar al jefe del Estado, Felipe VI.

Sánchez, que viajará como el año pasado acompañado de su esposa, Begoña Gómez, ha querido ir este año incluso aunque tocará en la semana en la que se disuelven las Cortes, consciente de que en España recibirá críticas de la oposición por este viaje. De hecho algunas ya han llegado antes de acudir.

La Moncloa lleva semanas preparando este viaje sin la certeza de que el presidente acudiría. Si había investidura, el viaje se cancelaba. Pero hace tiempo se vio que era muy probable que el presidente viajara porque Sánchez había decidido desde julio que no volvería a negociar una coalición con Unidas Podemos. Durante los cuatro días habrá agenda sobre todo en las dos cumbres de la ONU, la del cambio climático y la Asamblea General, pero también tendrá actos paralelos que le ha preparado su equipo, como un encuentro con los cocineros José Andres y Ferrán Adriá, y otro con Bill y Melinda Gates. Sánchez también clausurará en un foro organizado por EL PAÍS sobre el papel de Latinoamérica, EE UU y España en la economía global.

El jueves 26 por la noche volverá a Madrid para llegar al Consejo de Ministros del viernes. A partir de ahí, la única cita internacional de Sánchez prevista hasta las elecciones es una cumbre en Bruselas el 17 de octubre con la posibilidad de un Brexit duro dos semanas después encima de la mesa.

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