El miedo y la indignación se apoderaron del CECyTE 3 en Cancún este jueves 6 de marzo, cuando apareció una manta con amenazas directas contra presuntos vendedores de droga dentro del plantel. La lona, colgada en plena Supermanzana 203, incluía nombres, apodos y hasta fotos de los señalados, entre ellos varios alumnos y para sorpresa de nadie el subdirector del plantel, a quien acusan de ser el que “da permiso” para estas actividades.
Fue la propia directora quien, alarmada por la situación, dio aviso a las autoridades. Al llegar al lugar, la policía confirmó la existencia del mensaje firmado por un grupo delictivo que se hace llamar “La Empresa”. En la manta se mencionaba a tres jóvenes: Grissel Raygosa (“Gris”), Yahir Syko (“Syko”) y Jesu Tuz (“Chucho”), exigiéndoles que abandonaran la zona o atenerse a las consecuencias. Pero lo más escandaloso es que el subdirector también aparece en la lista negra, señalado como el que permite y protege la venta de drogas en la escuela.
¿Y qué dice este subdirector de las acusaciones? Nada. Ni una palabra. Un silencio que grita más fuerte que cualquier declaración. Porque mientras los alumnos y maestros exigen seguridad, él sigue ahí, como si no pasara nada, como si su nombre no estuviera en una manta firmada por el crimen organizado.
Las autoridades retiraron la narcomanta y la entregaron para su análisis, pero la comunidad estudiantil y los docentes ya no quieren solo respuestas: quieren acciones. Exigen mayor seguridad y, sobre todo, que se investigue a fondo lo que está ocurriendo dentro del plantel. Porque una cosa está clara: si el crimen organizado ya se tomó la molestia de señalar a alguien, es porque la podredumbre dentro de esa escuela ya no se puede ocultar.
