Desde que José Filiberto Rivero Pech asumió la dirección de los Juzgados Cívicos en octubre de 2024, las quejas contra su administración no han dejado de acumularse. Funcionarios, empleados y ciudadanos lo acusan de déspota, intransigente y de operar con una actitud más cercana a la de un cacique que a la de un servidor público.
Su llegada al cargo no fue casualidad, sino resultado de una estrategia política basada en presiones y maniobras internas dentro de Morena. Antes de subirse al barco del partido guinda, Rivero Pech ya tenía un historial cuestionable en la Dirección de Desarrollo Social, donde manejó los temas de electricidad en colonias irregulares. Su gestión en ese rubro estuvo marcada por la desaparición de recursos recaudados por los comités vecinales para pagar la luz, sin que él hiciera nada por esclarecer el destino del dinero o castigar a los responsables.
A pesar de la resistencia dentro de Morena para aceptarlo debido a su turbio pasado, Rivero Pech logró colarse en la estructura del partido mediante la creación del grupo Morena 27, un bloque con el que negoció posiciones políticas hasta lograr un espacio en el gobierno municipal. Su acceso a un puesto no fue inmediato, pues tuvo que recurrir a amparos para forzar su afiliación al partido, y aun así, pasaron meses antes de que le concedieran la dirección de los Juzgados Cívicos.
Ahora, con el control de esta dependencia, su fama de autoritario solo ha crecido. Empleados municipales denuncian un trato prepotente e irrespetuoso, al grado de que incluso un sindicato ha rechazado entablar diálogo con él por su negativa a negociar de manera justa. Ciudadanos que han acudido a los juzgados también han expresado su descontento por su actitud déspota y la falta de sensibilidad en su gestión.
Lejos de ser un servidor público ejemplar, Filiberto Rivero Pech parece haber convertido su puesto en un feudo personal, donde imperan el abuso de poder y la falta de transparencia. Su historial lo precede y, si algo ha demostrado, es que su prioridad no es la gente, sino su propio beneficio político.

