Por El Bicho Politikón
El día de hoy asistí con mucha emoción al ensayo público de la Orquesta Sinfónica de Cancún en la Casa de Cultura, llegué temprano, antes de que músico alguno estuviera presente por lo que me tocó ver cómo se iba “construyendo” la magia… violines, pianos, percusiones, violoncellos, coros, etcétera tomaban su lugar.
Poco a poco el ruido disperso de los instrumentos afinando iba llenando la atmósfera del patio de la Casa de Cultura de Cancún… y pasadas las nueve de la mañana hizo su aparición el director invitado Alfredo Ibarra, con batuta en mano empezó a dar instrucciones. Los acordes de O Fortuna se empezaron a escuchar, el público desde el primer instante quedó maravillado.
Carmina Burana de Carl Orff tomaba forma, los pies de los espectadores seguían rítmicamente los acordes, las manos de algunos le hacían de tímidos directores… las pausas que hacía Alfredo Ibarra para hacer correcciones eran aprovechadas para hacer algún comentario con el vecin@, las sonrisas cómplices se multiplicaban.
El Coro Sinfónico de Cancún es magistral; Laura Chuc (soprano), Noé Garrido (tenor) y Juan José Basto (barítono) nos transportaron a algún lugar de las catacumbas de los monjes de la Edad Media “O Fortuna velut luna, statu variabilis semper crescis aut decrescis vita detestabilis nunc obdurat et tunc curat ludo mentis aciem, egestatem, potestatem dissolvit ut glaciem.
En cuestión cultural algo bueno están haciendo en Cancún, tienen una amplia cartelera, cine, teatro, música, danza y un gran etcétera ofertan, algunos eventos gratuitos y otros realmente con costos simbólicos hacen que sea accesible para todos… bien por los responsables de la cultura en Cancún.
El Ave formosissima hizo que se me enchinara el cuerpo “Ave formosissima, gemma pretiosa, ave decus virginum, virgo gloriosa, ave mundi luminar ave mundi rosa, Blanziflor et Helena Venus generosa!… qué potencia de voces.
Al terminar, un estruendoso aplauso del respetable no se hizo esperar… la emoción se podía respirar, las sonrisas se dibujaban en los rostros de los adultos mayores, de las parejas, de los niños.
Realmente pasé un rato muy ameno, tanto que todo el camino de regreso a casa iba tarareando el O Fortuna con una amplia sonrisa.
Gracias.
Pues eso.