Romper los grandes mitos que han construido nuestros imaginarios simbólicos durante siglos puede ser un proceso doloroso, pero para cambiar creencias, es necesario pasar por ello. Ahora hay que decirlo: la Amazonía no es el pulmón del mundo. Al igual que los humanos, el planeta también tiene dos. te cuenta cuáles son.
Durante años nos han enseñado mal, y en estos días de tanto humo proveniente de la Amazonía, se han dicho muchas falsedades. Una de ellas es que se está quemando el pulmón del mundo. El activista en conservación marina uruguayo Rodrigo García habló con Sputnik y contó por qué es mentira y dónde está la verdad.
Ahora las estimaciones actuales le adjudican el 50% de aporte de oxígeno a las plantas y árboles, y el restante 50%, al océano. Para ejemplificar la importancia de tal afirmación, García citó a su amigo chileno experto en conservación marina Maximiliano Bello, quien dice que “de cada dos respiraciones, una viene del océano”; pues la otra proviene de los bosques y las selvas.
“Se rompió el mito de que los bosques eran los pulmones del planeta, se comprobó que en realidad son un ‘refrigerador’ de la atmósfera, un ‘circulador’ que equilibra temperaturas, lluvias, y hacen un aporte en el clima muy importante”, remarcó García.
No obstante, el gigante azul tiene un rol quizá aún más importante que el de la flora continental: combatir el cambio climático a través de la absorción y liberación de carbono en un proceso “más benigno”. García aseguró que aunque los bosques y las selvas también hacen lo suyo, el gran protagonista en esta lucha son los mares.
“Los océanos no solamente tienen la función de aportar oxígeno, sino de captar carbono, y por lo tanto, de regular el efecto invernadero y el cambio climático”, apuntó.
¿Cómo filtran el aire?
Las plantas marinas que generan oxígeno son microscópicas y se llaman fitoplancton. Junto a los animales marinos vertebrados, esas miniaturas cumplen un rol sustancial para el cambio climático.
¿Por qué? Porque capturan el carbono atmosférico, luego lo almacenan en sus cuerpos, y cuando mueren, lo liberan de forma benigna en las profundidades del océano.
“Son como una especie de amortiguador contra el cambio climático y, además, otro de los problemas del océano: la acidificación”, puntualizó García. “Se calcula que por lo menos el 25% de las emisiones antropogénicas son absorbidas por el océano cada año (…): estamos hablando de más de 2.000 millones de toneladas de carbono al año que los océanos absorben”, indicó.
A pesar de que las plantas también capturan carbono, cuando mueren lo liberan, vuelve a la tierra; en cambio, cuando muere el fitoplancton o los animales vertebrados en los océanos, el carbono que tenían secuestrado se va hacia el fondo marino, no queda en la superficie del mar. Es un proceso “más benigno”, afirmó García.
La “importancia” del descubrimiento de este proceso radica en que si, por ejemplo, hubiésemos seguido cazando ballenas, el carbono que habían capturado y que debía ir al fondo del mar, iba a terminar en la atmósfera.
Además, García hizo hincapié en dos importantísimas funciones de las ballenas: “llevar el carbono hacia zonas útiles del fondo marino donde no existe otra disponibilidad”, y “fertilizar” el océano. Su materia fecal hace que el fitoplancton, que son los que aportan el oxígeno, crezcan mucho más en zonas donde existen ballenas. Asimismo, aumenta la productividad marina de los peces, aves, tortugas y otros mamíferos que, a su vez, capturan carbono. Es una cadena.
Sin embargo, García lamentó que “todavía a nivel de la política internacional no se ha adoptado la contribución que tienen los océanos al secuestro del carbono”.