En el deporte casi ninguna palabra, frase o pensamiento tendrá mayor peso que un resultado o una acción, sin embargo mientras más grande sea la capacidad de análisis y reflexión, y más claras sean las ideas, más cerca se estará de trascender.
Y en este sentido cada vez me convence más Gerardo Martino, no solo como entrenador, sino como líder del proyecto de Selección mayor. Me gusta lo que piensa y cómo lo dice. A qué voy: entiendo que no era necesario que lo dijera para entenderlo, y solo a quienes les gusta vender y comprar fantasías debió haber caído muy mal cuando dijo que México era un equipo de segundo nivel internacional.
Nada de malo y todo de cierto; es más, si tomamos en cuenta que el primer pelotón está integrado por selecciones como Argentina, Brasil, Italia, Alemania, Francia, España y Uruguay, dejando a Inglaterra, a pesar de ser campeón del mundo, en un segundo escalón donde también podríamos ubicar a equipos como Croacia, Holanda, Bélgica y Portugal, ningún trabajo debería de costarnos entender que México no está a la altura de estos equipos.
Que México no ha trascendido a nivel internacional con la selección mayor es una realidad inobjetable; ¿que es buen competidor? sí, capaz de ganarle a cualquiera pero también de perder con cualquiera, y eso no basta porque se trata de progresar y ganar, no solo de intentar, y para que lo tengamos claro, aún así juguemos el quinto partido, tampoco nos alcanzará para ser parte de la élite.
Aspirar es legítimo, pero por alguna u otra razón México ha sido incapaz de poner en la misma línea el deseo y la realidad.
Martino dijo la verdad, una que sabemos y aceptamos, y quien no lo haga, será tiempo ir poniendo el despertador.
¡He dicho!