Quintana Roo

Cancún, el reloj del corazón Jorge González Durán

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El azar, motor de la vida, ha guiado los pasos de Cancún. La ciudad integralmente planeada  en los estudios y en los diseños urbanísticos de vanguardia, fue rebasada por la realidad, que tiene su propia dinámica ajena a los gabinetes tecnocráticos donde se incubó el proyecto.

Cancún es todavía, a mi juicio, una ciudad fragmentada.  Una ciudad  debe tener  su propia red de emociones que la sustentan, un lenguaje común como base para el entendimiento colectivo y puntos de referencia culturales y artísticos que son motivo de orgullo social.

Pero los habitantes de esta ciudad tenemos a flor de piel un sentimiento de pertenencia a este instante del universo que escogimos como hogar.

Se dice de manera reiterada que está roto el tejido social. Pero sólo se rompe lo que está unido. El tejido social de nuestra ciudad apenas está en construcción. Y lo tejen miles de manos anónimas con paciencia y con amor, con la voluntad de ser y de trascender.

Cancún es una ciudad  de constructores.  Los que llegan hoy y los que llegarán mañana, tienen espíritu de pioneros y de fundadores de un nuevo amanecer.

Los que llegaron primero guardan  en sus voces, en sus corazones y en la palma de sus manos, en la huella de sus pasos y en la memoria de sus ojos,  la más bella historia de amor que pudieron haber imaginado.

Por eso cuentan sus historias como si todo hubiera ocurrido ayer, o es que quizá el ayer no ha dejado de ocurrir. El mejor legado que le dejan a sus hijos y nietos es precisamente su insobornable e implacable memoria de tiempos que no se han ido del todo, de tiempos que ellos, que nosotros, queremos mejores.

Muchas y muchos aquí encontraron su primer o su último amor, pero al margen de las ráfagas del tiempo, Cancún se convirtió en su único amor.

Que nada erosionen nuestra voluntad de seguir siendo habitante de una ciudad que debe recuperar su carácter afable, cortés, acogedora, sonriente, amante de los cafés, de los restaurantes, de la fondas , de las taquerías ,   de las esquinas y de los parques para conversar bajo los árboles, para  caminar y para compartir abrazos, besos y sonrisas.  De la suprema dicha de ver pasar el tiempo entre amigos.

Ayer, mi amiga Hayde Serrano escribió que  ya es hora de formar un solo equipo para combatir la delincuencia al margen de tintes políticos. Ese es el camino. Sumar buenas voluntades.

palcoquintanarroense

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